La
ilusión de la posesión del arte.
Sras y Sres, la obra de arte no se
puede poseer. La compra crea la ilusión de que se posee una
obra de arte pero no es cierto. La obra de arte no se deja poseer. La
obra de arte solo se deja contemplar. Porque la esencia de arte, como
dice el mallorquín Joan Alcover, y yo estoy totalmente de
acuerdo, «el arte
es la contemplación desinteresada».
Esta original definición de arte que está grabada con
letras de oro en los muros del centro cultural que la ciudad de Palma
dedica al ilustre escritor y filósofo siempre me dió
que pensar. Lo de la contemplación, pero sobre lo de que ha de
ser desinteresada. La frase a mucho más de sí de lo que
ahora podemos comentar. Si Vdes lo desean puede ser tema de otra
charla. Hoy vamos a centrarnos en la compra de la obra de arte. Y
comprobaremos que se trata de una ilusión porque el arte ni se
compra ni se vende.
La posesion individual, particular, de
la obra de arte la despoja de su característica artistica.
Aunque no obviamente otras muchas características muy
apreciables como veremos en otro momento si Vdes lo desean.
Precisamente estas otras caracteristicas, todas ellas muy
interesantes son las cómplices de esta confusión y de
la ilusión de poseer arte.
La obra de arte nace para ser
independiente y libre. Para ser vista y contemplada por todos. Y
desinteresadamente. La propiedad colectiva de la obra de arte es
consustancial a su propia existencia. La permanencia en el seno del
museo también es necesaria para su conservación. Pero
este es un punto también muy polémico que trataremos en
otra ocasión, si a Vdes les interesa. Porque el museo tiene
que ser la exposición de obra viva y no mauseleo de artistas
como lo son en la actualidad.
Pero volvamos a lo nuestro. La
pretendida, que no real, posesión de la obra de arte tiene más
que ver con el coleccionismo. Afición muy humana la de recoger
y coleccionar cosas, cajetillas de tabaco, mecheros, relojes, cromos,
sellos etc etc. El coleccionismo crea la ilusión de la
posesión del tiempo y del dominio de la historia. Y combina
maravillosamente esa faceta infantil que todos conservamos a través
de los años con nuestra personalidad adulta. Se puede decir
incluso que el coleccionismo es una actividad artística en sí
misma. Como cualquier otra actividad humana – de esto también
podremos hablar otro día si Vdes lo desean -. En Santander
ví la mayor muestra de los que les estoy diciendo : toda una
monumental escultura de bronze, como la de un emperador, dedicada al
hombre más sencillo del barrio : el barrendero. Ese modesto
trabajador se había ganado la admiración y el corazón
de todos precisamente por su arte en el trabajo de limpieza de calles
y parques de ese barrio montañés. Lamento no disponer
de su identificación en este momento para sumarme a ese
homenaje.
También tiene que ver la compra
de la obra de arte con la inversión económica. Pero en
este sentido les puedo decir con la mayor contundencia que la obra de
arte tiene que ver con la economía lo mismo que los billetes
que fabrica alegremente una máquina y un Estado pone
irresponsablemente su sello y nos lleva a todos a la ruina. Eso lo
inventó hace unos 1300 años un francés arruinado
que fue capaz de seducir a Luis XIV y después de unos años
de aparente prosperidad llevó al país vecino a la
bancarrota.
Podremos hablar más extensamente
del coleccionismo y del arte como inversión en otro momento si
Vdes lo desean.
También podemos hablar de decoración. Las obras de arte decoran maravillosamente paredes y recibidores. Y la decoración puede ser evientemente una actividad artística en sí misma.
Pero insisto el coleccionismo de obra
de arte no existe. No puede existir porque el arte desaparece con la
posesión, con la compra individual, con el deseo de un
individuo de privar a la sociedad de uno de sus mayores tesoros.
Quizá por eso – entre otras razones – las grandes
colecciones particulares acaban devolviendo a la sociedad sus
colecciones. Es el caso del Thyssen y tantos otros.
Los coleccionistas más
inteligentes se han dado cuenta mucho antes que yo de que la obra de
arte nace de la sociedad y tiene una función social esencial y
que pierde todo su sentido en un piso, en un despacho, en un palacio
o en una mansión de lujo.
Todos somos coleccionistas de algo.
Pero el que colecciona arte y vive con la ilusión de que
poseee obras de artes se engaña absolutamente. porque cuando
mayor es la exclusividad menor es, digamos, la cantidad de arte que
contiene. El arte se pierde también cuando se despoja a un
país de sus tesoros artísicos. Todo arte nace en un
contexto y fuera de ese contexto no tiene ninguna significación.
Podremos encontrarle un sentido. Pero siempre será una
falsificación. Una impostura. Pero este también es otro
tema que aunque relacionado merece un tratamiento independiente.
Sí, Sras y Sres, el arte como
las cosas más importantes de la vida no tiene existencia
propia. No existe en las cosas sino que es una propiedad
exclusivamente humana que conferimos y quitamos a las cosas.
Hace poco teníamos en el Museo
de El Prado una extraordinaria exposición “El último
Rafael”. Fíjense Vdes que esa figura fundamental del arte
renacentista que ahora se incluye en lo que los especialistas de la
historia del arte llaman el «triumvirato
renacentista» con
Leonardo y Miguel Ángel, estuvo durante más de un siglo
olvidado como un artista insignificante dentro de la historia del
arte. Incluso tuvo un movimiento de intensa militancia en su contra
llamado «prerafaelismo»
que pretendía pasar por él como si nunca hubiera
exitistido. Como ya sabran Vdes, a Velázquez le ocurrió
otro tanto hasta que en 1889 lo sacó Manet de los sótanos
del El Prado. Y hay muchos más.
Créanme Sras y Sres el arte no
existe. Como no existe el amor, ni la religión fuera de
nosotros mismos. Ni los sabores, ni la belleza, ni el gusto. Es más,
lo podemos tener hoy y perderlos mañana. Y convertirnos en los
seres más indiferentes ante la belleza y el arte. Esto ya ha
pasado a lo largo de la historia. Y no una sino muchas veces. No
dejemos de cultivarnos. De cultivar nuestra sensibilidad. De cultivar
nuestra cultura. En francés es la misma palabra – culture -
la que significa cultura y cultivo.